Muchas personas reaccionan con rabia cuando se sienten amenazadas porque una situación es interpreta como una amenaza.
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CAMBIAR EL PENSAMIENTO |
En su acepción más positiva, la ira tiene como objetivo darnos fuerza para protegernos y poder sobrevivir. Pero muchas veces mostramos exacerbación cuando no la necesitamos. Esta emoción tiene consecuencias a nivel fisiológico, pero también conlleva que las personas a su alrededor se sienten incómodas, amedrantadas, con miedo y deseos de alejarse. Nadie quiere relacionarse con una persona que estalla de forma descontrolada y que dice y hace cosas que luego cuesta olvidar, y que en muchos casos condicionan el trato de por vida.
Esta forma de actuar tiene un claro desencadenante: el pensamiento. El iracundo está valorando el contexto como algo terrible, y sinceramente no lo es, salvo que detrás de usted corra un lobo salvaje.