lunes, 24 de noviembre de 2014

Ansiedad por sentirnos ansiosos

Ante un acontecimiento podemos responder de forma racional o irracional y son  nuestos pensamientos, nuestros juicios sobre el acontecimiento lo que determina que nuestras emociones sean saludables o insanas.

Pero no solo eso, el ser humano tiene la capacidad de valorar su comportamiento, por lo que ante lo que se considera un comportamiento personal inadecuado, se vuelve a dar un juicio de valor que vuelve a generar unas emociones determinadas, que o serán adaptativas o vendrán a complicar un poco más las cosas.

Nos ponemos de los nervios ante una situación y por ponernos de los nervios ante esa situación nos sentimos doblemente  mal. Nos decimos a nosotros mismos que no nos deberíamos poner así, que deberíamos controlar la situación.

A esto le llamamos el ABC secundario que responde a la siguiente pregunta: ¿Cómo te sientes por sentirte así de ansioso, por ejemplo? Podemos sentir igualmente ansiedad o rabia o depresión… Lo que ocurre cuando nos pasa esto es que agravamos el problema inicial. Vamos a poner un ejemplo práctico:

  • Acontecimiento (A): Estar en una reunión de amigos en un recinto cerrado.
  • Sentimientos  (C emocional): Ansiedad.
  • Conducta (C conductual): Taquicardias, sensación de no poder respirar…
  • Pensamientos (B): No soporto los recintos cerrados!!!, si estoy en un recinto cerrado me voy a morir!!!, tengo que irme porque no lo puedo soportar!!!

Pero ¿cómo te sientes por sentirte ansioso en esa reunión de amigos?, la (C emocional) anterior se transforma en un nuevo acontecimiento, en una nueva (A).

  •  Acontecimiento: Sentirme ansioso en esa reunión de amigos.
  • Sentimientos: Ansiedad
  • Pensamientos: No debería sentirme ansioso. Soy un gusano por no poder estar tranquilo en una reunión de amigos sea dónde sea!!!. Debería estar tranquilo en esa reunión de amigos.

Es por tanto el ABC secundario y hay que trabajar las dos ansiedades y por tanto los pensamientos irracionales que se generan en las dos situaciones. Si os dais cuenta en los pensamientos irracionales de las dos situaciones no hay más que exigencias que nos inventamos. En definitiva rigidez.

Es interesante trabajar primero este ABC secundario: La ansiedad por sentirme ansioso porque nos bloquea y no nos aceptamos a nosotros mismos con esa ansiedad. Es interesante trabajar la aceptación incondicional de uno mismo aunque tengamos ansiedad!!!, tener ansiedad no nos quita valor como personas!!! Si la ansiedad no se fuera nunca tampoco sería tan grave, no es un problema tan gravísimo!!!, trabajaremos para no tener ansiedad pero si no lo consiguiéramos y no se fuera nunca pues tampoco pasaría nada, es simplemente incómodo y de eso no nos vamos a morir!!!

Ahí van algunos pensamientos racionales que nos pueden servir para cuestionar esos pensamientos irracionales que son los que nos provocan la ansiedad por sentirnos ansiosos:
  • No tengo que menospreciarme a mi mismo, si de manera absurda me pongo ansioso.
  • Mi ansiedad es una incomodidad, pero yo no soy malo o inadecuado por ello.
  • No siempre tengo que sentirme tranquilo y no es terrible cuando no lo estoy.
  • Puedo soportar la ansiedad: Es incómoda pero no me va a matar.
  • No es necesario tener un control perfecto de mis momentos ansiosos. El exigirme esto sólo aumenta mis síntomas.
  • Los otros no tienen por qué tratarme como un niño cuando me siento intranquilo.
  • El mundo no tiene por qué facilitarme las cosas para controlar mi ansiedad.
  • La ansiedad es sólo una parte de la vida, no lo es todo en la vida.
  • Mi sistema nervioso sobre-reactivo es parte de mi vida, no lo es todo en mi vida.
  • Puedo llevar mi ansiedad conmigo, cuando voy a lugares o hago cosas que me atemorizan.
  • Controlar mi ansiedad no es el centro de mi vida.
  • La tranquilidad es agradable pero no es necesaria.
  • No tengo por qué ser la única persona en el mundo que está tranquilo todo el tiempo.
  • La ansiedad y el pánico son molestos, pero no terribles.
  • La ansiedad es temporal.
  • Si me siento ansioso, me siento ansioso y punto.
  • Yo puedo padecer de ansiedad, pero yo no soy mi ansiedad.
  • Los sentimientos de incomodidad, nervios e inquietud pueden interferir en mis tareas, pero puedo soportar el hacer mis tareas con esos nervios.
  • Mi ansiedad es sólo incómoda.
  • Es preferible enfrentar las actividades que considero me van a poner ansioso, en lugar de evitarlas para poder controlar mi ansiedad en el futuro.
  • Puedo impulsarme a hacer cosas que sé que me van a poner ansioso.
  • Yo puedo ir hacia mi ansiedad y no esperar que ella venga a mí.
  • Mi vida no depende de sentirme tranquilo todo el tiempo.

Por lo tanto, a modo de conclusión, pretender no tener ningún tipo de inconveniente es tan irracional como tenerlos por motivos exagerados. La aceptación de esta realidad, de que no somos perfectos, que tenemos días buenos y malos, que nuestra ansiedad es nuestra y también forma parte de nosotros, no eliminará mucha presión en forma de auto-exigencias. Esta presión no hace más que perturbarnos e incrementar nuestro malestar. Dicho esto, la ansiedad, en este caso, no tiene nada de malo, en todo caso, es molesto o un incordio, pero nada tan grave como para que nos tengamos que preocupar.

Haz lo que amas, ama lo que hagas

Toni Aznar


lunes, 17 de noviembre de 2014

Resiliencia: crecer ante la adversidad


La resiliencia es la capacidad no solo para recuperarse de los momentos difíciles sino que también salir reforzados, transformados.

La resiliencia es una habilidad que no es innata, no se nace resiliente, es un proceso de aprendizaje, por lo tanto, todos lo podemos desarrollar. Tampoco es una cualidad que una vez adquirida dura toda vida, se ha de ir actualizando constantemente.

Una persona resiliente ha desarrollado una habilidades que le ayuda a enfrentarse a los problemas de la vida de forma constructiva, cada problema se convierte en una oportunidad para crecer, para mejorar, cada problema es un reto. Estas habilidades le permiten mantener una actitud ante la vida mucho más enriquecedora.

lunes, 10 de noviembre de 2014

Marihuana


La legalización de la marihuana parece cada día más inevitable. Mientras algunos políticos y destacados individuos salen en defensa de la legalización o al menos despenalizar las diferentes cantidades de hierba, la aceptación general del uso relacional de la droga parece una conclusión obvia. Pero, ¿hemos comprendido por completo los efectos en la salud de la marihuana?

Desde tiempos ancestrales, el ser humano, ha buscado la alteración de su conciencia, ya sea con fines religiosos, espirituales o lúdicos. Pocas son las culturas en las que no existe alguna substancia psicotrópica para “colocarse” en esos diferentes estados de consciencia. Aún así, no es motivo para justificar su uso de forma generalizada y mucho menos para insinuar su “poco efecto” y por ello reforzar el uso recreativo de la marihuana.

Que les preguntes a aquellos familiares que tienen seres queridos afectados por adicciones a drogas “lúdicas”, tanto legales como ilegales, y veremos que la influencia del consumo de una droga, no tiene efectos solo a nivel biológico, ya que las personas somos entes complejos y nuestra realidad es un modelo de funcionamiento bio-psico-social.

El estudio que os presento, confirma, una vez más, que el efecto del consumo de la marihuana de forma recreativa es mucho más perjudicial de lo que se escucha desde algunos estamentos. Así, para poder elegir libremente lo que queremos hacer con nuestra vida, primero debemos tener suficiente información y obrar en consecuencia.

"De acuerdo a un nuevo estudio publicado en el Periódico de Neurociencia, investigadores de Harvard y Northwestern han estudiado los cerebros de personas de 18 a 25 años, la mitad de los cuales fumaba hierba recreacionalmente y la otra mitad no. Lo que descubrieron fue bastante impactante: Incluso aquellos que sólo fumaban un par de veces a la semana presentaron anormalidades cerebrales significativas en las áreas que controlan la emoción y la motivación.
“Hay una perspectiva general ahí afuera de que el uso recreacional de la marihuana no es un problema- que es una droga segura,” dijo Anne Blood, co-autora del estudio. “Hemos visto que ese no es el caso.”

La ciencia

Estudios similares han descubierto una correlación entre el uso frecuente de la hierba y anormalidades cerebrales, pero esta es la primera vez que un estudio ha descubierto la misma conexión en los usuarios recreacionales-. Las 20 personas en el “grupo de marihuana” del estudio fumaban cuatro veces a la semana en promedio; siete de ellas sólo fumaban una vez a la semana. Aquellos en el grupo de control no fumaban nada.

“Nos fijamos específicamente en las personas que no presentaban ningún impacto adverso con la marihuana –no había problemas en el trabajo, colegio, con la ley, en sus relaciones, ni problemas de adicción,” dijo Hans Breiter, otro co-autor del estudio.

Usando tres técnicas de neuroimagen diferentes, los investigadores observaron el núcleo accumbens y la amígdala de los participantes. Estas áreas son las responsables de medir el beneficio o la pérdida al momento de hacer ciertas cosas, y de proveer los sentimientos de recompensa de las actividades placenteras, como la comida, el sexo y las interacciones sociales.

“Esta es una parte del cerebro que de ninguna manera quieres tocar,” dijo Breiter. “No quiero decir que estas son partes mágicas del cerebro- ya que todas son importantes. Pero estas áreas son fundamentales en términos de que determinan lo que la gente encuentra placentero en el mundo y sirven para medir esas cosas en comparación con las malas.”

Impactantemente, cada una de las personas en el grupo de marihuana, incluyendo aquellos que sólo fumaban una vez a la semana, presentaba anormalidades observables. En el núcleo accumbens y en la amígdala se observaron cambios en las densidad, volumen y forma. Aquellos que fumaban más tenían variaciones más significativas.

¿Qué sucederá después? Los co-autores del estudio admiten que el tamaño de la muestra era pequeño. Su plan ahora es realizar un estudio más grande que no sólo observe las anormalidades cerebrales, sino que también las relacione a los resultados funcionales. Ese sería un paso importante en esta ciencia, porque, en la actualidad, la investigación indica que el uso de la marihuana podría causar alteraciones al cerebro, pero no está claro lo que eso podría significar realmente para los usuarios y sus cerebros.

Pero por ahora, ellos apoyan sus resultados.
“La gente piensa que un poco de marihuana no debería causar un problema si alguien se está desempeñando bien en el trabajo o colegio,” dijo Breiter. “Nuestra información confirma directamente que esto no sería así.”

Yo, cómo psicólogo voy más allá. Ya no me pregunto si la droga de turno es perjudicial o no para la salud, que estudios como este demuestran que sí, me pregunto, cómo esas alteraciones biológicas repercuten a nivel psicológico. ¿Y a nivel social?

Como psicólogo, mi objeto de estudio es el individuo, la persona. Me centro en cuales son las ideas o creencias que una persona sostiene y defiende que le dificultan o le imposibilitan tener una vida gratificante y plena. Me pregunto, qué lleva a una persona a consumir ya sea de forma lúdica o de forma compulsiva. Sin duda, una de las ideas irracionales más habituales que generan este tipo de comportamientos, es pensar, creer que este mundo en que vivimos es una basura, un mundo en el que no vale la pena vivir, donde no tiene sentido hacer nada con intención a medio-largo plazo, por lo tanto, tienen una baja tolerancia a la frustración, (pues el mundo en el que viven no es como ellos exigen que sea), refugiándose en el consumo. Hábito que a corto plazo es efectivo, pero a medio-largo, comporta muchos más problemas.
Es por ello, que cuando escucho a esos intelectuales recomendando e incentivando el uso de drogas como signo de libertad personal, me gusta recordarles que no hay peor esclavitud que aquella de la que “dependes” de algo externo. La libertad, nuestra libertad tan ansiada no reside fuera de nosotros, sino dentro. Siempre ha estado con nosotros.

Haz lo que amas, ama lo que hagas

Toni Aznar

martes, 4 de noviembre de 2014

Otros 4 Valores o actitudes racionales (3 de 3)


Con el post de hoy finaliza la “trilogía” de los valores, actitudes o principios racionales. Estas últimas dos semanas os he presentado conceptos que se trabajan durante mis sesiones de terapia. Aspectos que procuro estimular e incentivar para que mis pacientes, los adopten como propios y los interioricen, de tal forma, que les acompañe el resto de sus vidas.

Hace un par de días, en una sección que llevo en Facebook (#momentoperla) uno de mis seguidores, comentó que “nuestras ideas o pensamientos, valores o actitudes no son propiamente  nuestros sino que  nos han sido impuestos desde fuera".

Ese apunte es muy positivo por dos motivos. En primer lugar,  porque el primer paso para poder cambiar una cosa es darnos cuenta de que existe, que además no es cosa nuestra y, sobre todo, que no nos gusta porque nos hace la vida imposible, nos amarga la existencia y no nos permite disfrutar de algo tan maravilloso como es la vida.

En segundo lugar, si nos lo han inculcado desde fuera, lo hemos aprendido y todo aquello que hemos aprendido es susceptible de ser, eliminado, re-aprendido y re-interpretado. Así que, estamos de enhorabuena: sabemos que existe algo que queremos cambiar y también que trabajando podemos eliminarlo y substituirlo por unas ideas, principios, valores y actitudes mucho más adaptativos y racionales que nos facilitarán poder disfrutar de nuestra vida de forma consciente, con los pro y los contras que nos puedan generar nuestros principios, pero al fin y al cabo, son  nuestros.