martes, 27 de enero de 2015

Dependencia, independencia y cooperación





He escuchado en muchas ocasiones, personas que me comentan que si soy muy dependiente, que mi pareja es muy independiente, que en ocasiones soy muy independiente pero en otras dependo demasiado de otras personas.

Pues bien, la dependencia no tiene nada de malo, siempre y cuando sea constructiva y impulsora tal como la define Leonardo Martínez en su blog, El Blog de Leo donde define la dependencia de forma muy clara, positiva y constructiva:
“Cuando somos dependientes, nuestro éxito en la realización de ciertas labores depende en gran medida en que seamos ayudados por personas más capaces. Al principio, cuando nacemos, necesitamos de alguien que nos de comida para que nos podamos alimentar. Así mismo, necesitamos de alguien que nos vaya guiando para poder caminar.
De modo similar, hay otras actividades que cuando empezamos a hacerlas nos cuesta mucho trabajo hacerlas por nuestra cuenta. Si no sabemos nada acerca de bailar usualmente nos dejamos guiar por un maestro de baile para aprender los primeros pasos. Al comenzar a manejar muchas veces es bueno tener un instructor a la mano para que nos diga las cosas básicas.”

Los verbos clave durante esta etapa son ver, aprender y ser atendido.

Por lo tanto, la dependencia no ha de ser el estado natural, sino un estadio previo de aprendizaje para ser una persona más autónoma e independiente.

Con la independencia aparece de nuevo una interpretación negativa de ese comportamiento. Se concibe la independencia no como una cualidad sino como un defecto. Siguiendo a Leo, nos encontramos con una definición de independencia asociada al placer de hacer las cosas por uno mismo, de construcción de uno mismo a través de éxitos que se deben únicamente a la persona. 




“Conforme nos vamos acostumbrando a realizar una actividad surge un deseo de poder hacer las cosas por nuestra cuenta. Conforme a la experiencia y práctica que tengamos es posible que podamos hacer las cosas por nuestra cuenta. La etapa de la independencia se distingue precisamente en poder realizar estas actividades por cuenta propia. Es una etapa que da mucha satisfacción al ser, pues es una etapa en la que se da cuenta que puede imaginar, crear y conseguir los medios para llevar a cabo sus ideas."
Siguiendo a Alfonso Aguiló en Aplicaciones educativas Artículos de educación para padres, profesores y alumnos una persona independiente se desenvuelve por sus propios medios, tiene su propia opinión sobre las cosas y sus propias pautas para la construcción de su vida.

Quede claro que la independencia es un logro importante en la vida, pero debe tener también su justa medida, porque ser absolutamente independiente no parece que tampoco sea el gran paradigma de la existencia. En nuestra época considero que la independencia se ha sobrevalorado, como si fuera la más grande meta humana y una garantía segura de felicidad. Sin embargo, un exagerado o mal entendido afán de independencia, sería una gran exageración el pretender ser totalmente independiente, sería un comportamiento irracional pretenderlo. 

La independencia personal nos hace actuar por cuenta propia, en vez de entregar a otros el control de nuestra vida, y eso es un logro muy importante. Pero no es suficiente como meta final de una vida.

Un exceso de independencia no deja de ser un comportamiento inútil, por muy independiente que sea.

Entre otras cosas, porque los más altos logros de nuestra naturaleza tienen siempre que ver con nuestra relación con los demás: la vida humana es de por sí interdependiente, y por esa razón hay que encontrar un equilibrio adecuado.


Una persona que madura emocionalmente, conforme va realizando sus ideas, se da cuenta que hay algunas de ellas que tienen limitaciones, algunas veces no es posible realizar algo por cuenta propia, por ejemplo, sería imposible construir un rascacielos con tus propias manos, o un hijo o hija es más que la suma de gametos. De esta forma, hay un momento en que reconoces que tienes que hacer a más seres partícipes de lo que quieres hacer. Esto es precisamente lo que pasa con una sociedad. Como seres humanos nos damos cuenta que vivir en comunidades con intereses en común tiene muchas ventajas.

Así, una vez que tenemos varios seres independientes, estos pueden actuar para lograr un objetivo en común, solo desde la independencia, se puede actuar de forma interdependiente, aportando de forma libre y voluntaria nuestras capacidades, tomando nuestras decisiones y consensuando resultados con el resto de personas.



La interdependencia permite que el todo acabe siendo más que la suma de sus partes. La interdependencia genera sinergias.

En esta etapa las palabras clave son colaborar, cooperar y trabajar en equipo.

La vida, por naturaleza, es interdependiente. El hombre no puede buscar la felicidad poniendo la independencia como valor central de su vida. De entrada, porque cualquier logro en la vida afectiva de una persona pasa necesariamente por depender (positiva y constructivamente) en cierta manera de su mujer, su marido, sus hijos, sus amigos, su proyecto profesional, etc.; y todos también necesitamos depender (para crecer) de unos principios, ideales y valores que dan sentido a nuestra vida.


En definitiva, se puede ser independiente y comprender que se avanza más trabajando en equipo, que necesitamos enriquecer nuestro pensamiento con el de otras personas, que hay que ser fiel a unos valores acertados, o que todo hombre necesita dar y recibir afecto. 

La vida ha de plantearse buscando compartirla profunda y significativamente con otros, y esto supone siempre un contrapunto ante un afán de independencia mal entendido.

Haz lo que amas, ama lo que hagas

Toni Aznar

martes, 20 de enero de 2015

Aceptación y resignación

Durante mis sesiones de terapia, a veces, algunos de mis pacientes me recriminan que la aceptación es de cobardes, de personas que no quieren luchar por su vida...