domingo, 24 de mayo de 2015

Violencia de género: Dependencia emocional y relación de pareja


Hoy me gustaría hablar sobre un tema que considero muy polémico. A partir de un artículo publicado en    Psicopedia   "La Violencia de género: Dependencia emocional y relación de pareja" y compartido por Verónica Rodriguez Negro, expondré algunas de las partes del mismo, con un introducción de mi propia cosecha al igual que las conclusiones finales.  

Por qué algunas mujeres, a pesar de sufrir maltrato físico y psicológico por parte de sus parejas, soportan esa situación y en caso de ruptura, vuelven a reiniciar la relación con el maltratador.

¿Es la dependencia emocional un rasgo previo de la mujer que permanece en situación de violencia o es la dependencia emocional el resultado de la prolongación de un maltrato continuado y profundo?

Personalmente, lo considero el resultado de la dependencia emocional debido a la prolongación de un maltrato continuado, más que un rasgo de personalidad-biológico y explicaré porqué.

martes, 19 de mayo de 2015

¿Qué delatan nuestras emociones?

Como ya he comentado en otros artículos de mi Blog, Formas de cambiar tus expectativas o  Pautas para reconocer el pensamiento irracional y aunque resulte repetitivo, las emociones forman parte de nuestra humanidad. No podemos entendernos sin ellas, las emociones son naturales, y todas son necesarias en su justa medida. Con esto quiero decir que no hay emociones positivas o negativas, lo que existen son grados de expresión de estas emociones más o menos adecuados. Si su expresión es exagerada ya sea por exceso o por defecto, es desadaptativa y, por lo tanto, contraproducente.

No tiene sentido, no es nada racional, intentar extirpar y eliminar algunas emociones, son muy nuestras. ¿Por qué nadie se propones eliminar de su organismo los glóbulos rojos o el ácido digestivo del estómago? Porque todos sabemos que son necesarios para la vida, las emociones también. Pero al igual que los glóbulos rojos o el ácido gástrico, en su justa medida, para que así cumpla las funciones que tiene que cumplir y no otras. 

lunes, 11 de mayo de 2015

Cómo ser más racional y fuerte emocionalmente


Muchas veces, las personas con las trabajo o con las que hablo en cualquier sitio sobre mi profesión ,sienten curiosidad por el método que utilizo, lo encuentran atractivo porque captan de manera rápida la lógica. Procuro evitar el “oscurantismo” y el “misticismo” que muchas veces rodea el mundo de la psicología. Existen tantos intentos de comprender la mente humana como posibles percepciones se pueda tener de ésta y de su funcionamiento. Acostumbro a decir que mi método es un método contrastado científicamente, objetivo y empírico, con lo que ello conlleva. Después de esta explicación acostumbran a decirme -”...si, si, si. Entenderlo lo entiendo, pero ¿me puedes poner un ejemplo?” 
 
Pues ayer, mientras esperaba el café, ojeando algunas revistas en la cafetería a la que acudo habitualmente, cayó en mis manos una entrevista a Maricel Álvarez, una actriz argentina, que me ha encantado y que sirve como ejemplo de cuál es mi objetivo con la terapia.
Maricel Álvarez es una actriz con un gran talento que ha trabajado en “Biutiful” con Bardem e incluso con Woody Allen.

Durante la entrevista le preguntan:

¿Cómo llevas las menciones a tu fisonomía que se publicaron en diferentes partes del mundo? Por ejemplo, The New York Times dijo: “Con su nariz majestuosa, la actriz no es guapa, pero si cautivadora”.

Qué tema la belleza, qué tema, y sobre todo en el mundo del cine. La verdad es que yo no me puedo hacer cargo de cómo me ven los demás. Si respondo a los cánones de belleza del mercado o no, qué se yo. Desde mi punto de vista, para mí, por suerte, nunca fue un tema de peso, pero a lo mejor desde el punto de vista de parte de la cinematografía, es una cuestión de estado. Esos debates en torno a tu físico no tienen mucho sentido. Si mi nariz es grande o pequeña, francamente, no es un tema a debatir.

Yo soy actriz con esta cara y esta nariz. No me voy a cambiar ni me quiero cambiar. No me sometería a algo tan cruel sólo para satisfacer las necesidades de un mercado con el que, además, yo no estoy de acuerdo. A mí se me puede criticar la forma de actuar, pero no el tamaño de mi nariz, que me parece un sinsentido”.

A mi me gustaría ser así de “guay” y “cool”, como Maricel, como ella porque eso es ser racional y fuerte.

Darle importancia a la belleza física es una tontería porque:
  1. Todos la vamos a perder muy rápido. Es algo que se va, altamente perecedero.
  2. Si quieres tener una autoestima sólida durante toda tu vida, no la bases en la belleza física.
  3. En la distancia corta, en realidad, lo que nos atrae, nos llena de armonía y nos cautiva es el buen rollo, es la energía personal de la gente. ¿Pruebas? Yo he conocido un montón de chicas monas que eran un peñazo y que la gente se aburre con ellas. No quieres estar con ellas, a no ser que seas un peñazo también.
  4. Dando importancia a esas chorradas, te pierdes lo bueno de la vida… Digamos que dejas de invertir en lo “precioso” de verdad: buenas conversaciones, disfrutar la naturaleza, tener buenos amigos, hacer cosas artísticas, disfrutar del arte…
Sí, sí, hay una relación inversa entre fijarse en nimiedades y fijarse en cosas valiosas, porque tiempo y energía para ¡todo no hay!

Así que nosotros elegimos: ¿me voy a hacer fuerte de una vez como Stephen Hawking o voy a marear la perdiz muchos años de mi vida en torno a la debilidad? Podemos optar de una forma decidida y firme por ser “guays”, tener una autoestima sólida y contribuir a la cordura, el amor y la diversión en el mundo.

Pero decide: ¿le voy a dar importancia a la belleza física y chorradas por el estilo?

Haz lo que amas, ama lo que hagas

Toni Aznar


lunes, 4 de mayo de 2015

Prisas


Ayer, coincidiendo con el día de la madre, mientras esperaba para comprar unas flores, pasó por mi lado una niña de unos 5 ó 6 años de la mano de su madre y le dijo: “Mamá, ¡¡¡mira qué plantas más bonitas!!!”. La madre sin ni siquiera mirar, empezó a tirar de ella: “Vamos, Claudia, vamos”.

Así es cómo andamos por la vida, siempre corriendo, sin tiempo para nada. Cuando llegamos a trabajar deseando plegar, cuando es lunes anhelando que sea viernes, cobramos el día 1 y el 2 ya contamos los días que faltan para la siguiente paga, aún de vacaciones y ya planeamos que haremos en las siguientes...

Nuestra sociedad ensalza la productividad y la eficiencia, se premia al que más produce y al que más rápido lo hace, en detrimento del goce y del disfrute. Eso en el mundo laboral es muy habitual, pero también lo podemos encontrar en otros ámbitos.

Existe, por ejemplo, concurso de cocina donde gana el que más rápido cocina, pero la cocina, como cualquier otra actividad artística que yo la considero, tiene la finalidad del disfrute, elegir cuidadosamente los ingredientes, controlar los tiempos y las temperaturas, coordinar las cocciones, saborear como progresa y rectificar aquello que sea  necesario... es algo tan absorbente que parece que el tiempo se detiene.

No tiene ningún sentido ser el cocinero más rápido si no te da tiempo a sumergirte en lo más hondo de los fogones. Lo importante no es solo el resultado, el proceso es incluso más importante.
Ir con tantas prisas de aquí para allá hace que estemos en todo pero que realmente no estemas a nada. No nos permite disfrutar de la vida, no podemos gozar de ella, ya que la clave para vivir plenamente consiste en detenerse en el momento presente y disfrutar de él. Sin pensar en lo próximo que tenemos que hacer y en el poco tiempo del que disponemos para ello.

Procuremos tener los cinco sentidos puestos en aquello que estemos haciendo en cada momento, ya sea algo placentero, incluso cuando sea algo que no nos resulte especialmente agradable.

Olvidamos que el día tiene solo 24 horas y las largas listas de actividades para hacer durante el día, no obliga a correr más y más ya que si no, no hay forma de cumplir los objetivos o recortando la lista marcando prioridades. Casi seguro que podemos prescindir de muchas de las cosas que hacemos pero estamos tan acostumbrados a llevar un ritmo de vida frenético que vivir en este estado de cansancio y extenuación ya nos parece normal, sin darnos cuenta de lo perjudicial que esto es para nuestra salud.

Las prisas, es uno de los factores desencadenantes de estrés y de la ansiedad, con todos los síntomas y
complicaciones que ellos comporta, así que, suelta gas, levanta el pie del acelerador o afloja, dilo como quieras, pero esa actitud de “slow life”, te ayudará a sentirme emocionalmente mucho mejor y a disfrutar de la vida más tranquilamente.

Haz lo que amas, ama lo que hagas

Toni Aznar