Nuestro lenguaje, en muchas ocasiones nos induce a error. Cuando decimos que algo es adictivo, la verdad es que pocas cosas son adictivas en sí mismas, si acaso, es la persona que tiene una personalidad adictiva, ya que, en cualquier caso, el ser humano tiene la capacidad de controlar sus impulsos, si aprende a hacerlo como demuestran miles de casos en que las personas han aprendido a controlar sus impulsos, como son los exalcohólicos, exfumadores o extoxicómanos, etc.
"La baja tolerancia a la frustración es siempre el rasgo más típico y consistente en persona con problemas de adición"
Si a eso le sumamos la falta de habilidades sociales para enfrentar las cosas de la vida, es probable que la ansiedad que le genera la situación le obligue a evitarla y huir y una manera de hacerlo sea el alcohol, con el que se desinhibe, se tranquiliza y puede disfrutar de sus relaciones con los demás.
Con el consume de alcohol, aparece un problema añadido: el síndrome de abstinencia, que debido a su baja tolerancia al sufrimiento se ve magnificado, no lo puede soportar y bebe, no ya para sentirse bien con los demás, sino para no sentirse tan mal. Es un callejón sin salida, cuanto más bebe, más sufre y a mayor sufrimiento mayor deseo de evitarlo. Paradójicamente, aquello que causa el dolor es lo mismo que lo alivia. Por eso para el adicto es tan difícil escapar de su adicción.
Adictos al tabaco
Los fumadores son distintos, pues los cambios fisiológicos producidos en el organismo por el tabaco desaparecen al cabo de una semana aproximadamente sin fumar. Por lo que en una semana, el cuerpo del fumador vuelve a la normalidad y debería poder superar su adicción en un mes tranquilamente, pero no es así.
Aún se conserva el hábito, que no es otra cosa que la falta de controlar un impulso repetido cientos de veces y desencadenado por multitud de estímulos ambientales como comer, tomar café o beber alcohol.
Así, a menor tolerancia a la frustración mayor dificultad para dejar de fumar. Es una molestia demasiado grande que muchos no están dispuestos a soportar. Centrados más en el ahora, en satisfacer el deseo del momento, prefieren no pensar en las consecuencia a largo plazo, que es un pensamiento que produce malestar.
El juego patológico
Los ludópatas piensan a menudo en el juego: hacen planes, idean nuevos modos de jugar, piensan en las deudas contraídas, en cómo recuperar el dinero perdido, etc. Suelen ocultar a los demás el alcance de su implicación en el juego y algunos cometen actos delictivos para conseguir el dinero que necesitan.
Utilizan el juego como una forma de escapar de los problemas y sentirse mejor, aliviando de ese modo sentimientos negativos como tristeza, culpa, o cualquier otra emoción que no quieren sentir. Cuando ganan alardean de sus victorias, su autoestima aumenta, se sienten bien y se olvidan de todo lo demás. El juego llena sus vidas y su mente y no deja sitio para los problemas que puedan tener y que les están causando un dolor que no quieren sentir y para el que no encuentran otro modo de escapar.
Desorden explosivo intermitente
En contraste con otras acciones violentas o agresivas, los episodios belicosos no son planificados.
Pueden tomar la forma de "arranques" o "arrebatos" de ira, con síntomas de inicio de minutos a horas antes de pasar a la acción.
La Baja Tolerancia a la Frustación (BTF) lo magnifica todo. Una pequeña ofensa es algo intolerable y da lugar a una rabia exagerada. Para librarse de ella, destroza y golpea, lo cual le proporciona alivio. Después, no se hace responsable de sus actos y culpa a la víctima o a las circunstancias. De este modo se libra de tener que soportar el sentimiento de culpa, lo cual, a su vez, impide todo cambio.
El tratamiento para estas personas suele consistir en técnicas de autocontrol, técnicas para el manejo del estrés y terapia cognitiva para modificar las creencia irracional que desencadenan su conducta violenta y que los llevan a no admitir responsabilidad alguna, como: “son los demás los que me hacen actuar así” o “si me caso con alguien es para siempre y la otra persona no tiene derecho a separarse”. Modificar estas ideas y lograr que admitan que son responsables de sus actos es fundamental de cara al tratamiento.
Se trata de personas que se dañan a sí mismas de forma intencionada mediante cortes, quemaduras, golpes, etc. Es más frecuente en mujeres y en personas que han sufrido algún trauma en la infancia, como abusos, muerte de un padre, etc. Suelen ser personas perfeccionistas, insatisfechas con su apariencia física y con dificultades pare expresar y controlar sus emociones. El desencadenante más típico es el rechazo de su pareja o de uno de sus padres. En estas ocasiones sienten un dolor emocional muy intenso que no son capaces de soportar y que alivian a través del dolor físico que sí pueden controlar y que suprime todo lo demás. En algunos casos va a más, con cortes cada vez más profundos hasta llegar al suicidio. Suelen describir este comportamiento como adictivo.
Haz lo que amas, ama lo que hagas
Toni Aznar
Haz lo que amas, ama lo que hagas
Toni Aznar
No hay comentarios:
Publicar un comentario