lunes, 6 de febrero de 2017

El arte de discutir




He de reconocer que el mundo de la pareja, o mejor dicho, el mundo de los conflictos de pareja, es todo un mundo. Esos conflictos muchas veces están basados en ideas o creencias preconcebidas de qué "debería ser" una pareja, y en algunos casos, están fuera de la realidad. Una pareja está formada por dos personas, dos personas con diferentes experiencias y diferentes formas de interpretar, valorar y almacenar esa experiencia, cosa que, en algunos casos, son fuente de conflicto. 

En un artículo extraído de el diario el El País que os recomiendo que os leáis, entre otros aspectos interesantes, presenta una serie de consejos para transformar los conflictos dañinos en procesos constructivos:

"Para ello, los especialistas en conflictos interpersonales recomiendan proceder así, en lugar de optar por su opuesto negativo:


1. Señala el hecho que está mal, en vez de descalificar a la persona.
2. Escucha en vez de interrumpir.
3. Pide aquello que te gustaría que sucediera, en vez de exigirlo.
4. Respeta la opinión del otro, en vez de ironizar sobre ella.
5. Pregúntale lo que siente y le motiva, en vez de interpretarlo a tu manera.
6. Acepta tus propios errores, en vez de centrar tu discurso en los del otro.
7. Reconoce también las cosas que el otro hace bien, en lugar de centrarte en sus equivocaciones.
8. Discute sobre un conflicto actual, en vez de sacar trapos viejos.
9. Calla aquello que puede herir, en vez de utilizarlo como arma.
10. Habla en vez de gritar.

 Y continúa diciendo, "Si seguimos estas reglas, con toda seguridad terminaremos la discusión mejor de lo que estábamos al comenzarla. Al dialogar y sopesar diferencias de forma empática, reforzaremos la unión con la persona o personas sobre las que pendía el conflicto. A veces lo que impide que una discusión dé un giro positivo no son viejas rencillas del pasado ni diferencias insalvables, sino el bloqueo que ejerce una de las partes para que las ideas preconcebidas no se muevan. Hay situaciones en las que nuestro interlocutor se cierra en banda y es imposible resolver la cuestión que ha provocado el conflicto. "


Esta serie de consejos presentados anteriormente están muy bien, son lógicos y coherentes. Entonces, ¿por qué nos cuesta tanto actuar así, incluso sabiendo que es más adecuado y correcto?

Pues porque para poder actuar así, hay que creer profundamente en ello. Mientras algunas personas continúen creyendo que la pareja es una posesión, y no acepten que la han de compartir, existirán celos, existirán los sentimientos de humillación, dignidad y orgullo excesivos y desadaptativos que nos impiden actuar de forma racional y madura ante los conflictos en la pareja. Mientras no creamos que las relaciones de pareja no se basan en la dependencia sino en la interdependencia ("no te necesito para ser feliz, ya soy feliz por mi mismo, pero elijo estar contigo porque te quiero, pero no te necesito"), es casi imposible "escuchar al otro", "pedir en lugar de exigir", aceptar los propios errores" o "hablar el lugar de gritar".

Esos son los aspectos que trabajo durante las sesiones de terapia. Ideas o creencias demasiado rígidas, absolutistas o dicotómicas, que nos impiden aceptar un término intermedio, que nos hacen exigir "todo o nada", " conmigo o en contra", o argumentos del tipo "ha sido siempre así". 

Indudablemente, la mayoría de parejas actúan así porque tienen un concepto de amor romántico, excesivamente romántico: "mi vida sin él/ella no tiene sentido", "si me quisiera no actuaría así", "yo jamás lo haría y él/ella si, menuda decepción más absoluta", "una buena pareja debe..., tiene que... obligatoriamente".

Siguiendo con el mismo artículo, "la mayoría de especialistas coinciden en que las batallas conyugales guardan siempre una relación con el poder. Pocas veces discutimos para entender al otro y acercar posiciones. Al final, en esta clase de contiendas no hay ganador alguno."

El vocabulario que se utiliza para definir el conflicto en la pareja es clarificador: poder, ganador-perdedor, batalla, contienda... Es evidente que con esta concepción de la pareja resulta difícil "discutir constructivamente", a veces no somos conscientes de que "las palabras crean mundos" y según como definas una situación, les otorgamos una cualidades u otras.



Parejas, amistades o trabajos que se rompen o pierden por tener una discusión. ¿Puede haber algo más irracional? Aceptamos que existen comentarios que son desagradables y molestos, pero ¿tan dañinos son como para romper estas relaciones? Creo que es muy exagerado, excesivamente exagerados. Perdemos mucho más de lo que ganamos.

 "...las agresiones verbales que no ponen en peligro nuestra vida, pero sí nuestra autoestima y salud mental. Un empleado sometido, un día tras otro, a los comentarios destructivos de un superior acabará sufriendo trastornos de ansiedad o incluso una depresión en toda regla."

Todos estos tipos de agresión verbal, no debería hacernos tanto daño, si fuéramos más racionales y maduros psicológicamente, entenderíamos que las palabras no hacen daño, es la importancia que damos a esas palabras  lo que nos hace daño. 
"Palos y piedras hacen daño, no las palabras " Epicteto
 

Toda discusión se convierte en un puente de doble circulación cuando la afrontamos con respeto y mesura, y tenemos la valentía de conocer al otro y darnos a conocer.

Toni Aznar
Psicólogo.
Haz lo que amas, ama lo que hagas.

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