lunes, 11 de agosto de 2014

Paradoja del Equilibrio



Todo en ésta Vida requiere de equilibrio. La sabiduría popular bien lo ha bautizado como “el sabio término medio”, Rafael Santandreu lo llama homeostasis.

Lo paradójico es que por hablar de término medio, se podría confundir con mediocridad, siendo que es justamente lo contrario, nada más difícil de lograr  el equilibrio. Y todo es cuestión de medida, de lograr el justo medio o lo que en lenguaje coloquial se dice: “Ni muy muy, ni tan tan".

Leía hace unos días, una experiencia que explicaba un directivo de una compañía de seguros en la que reunieron al alto nivel directivo de la compañía en una junta de planificación en la que se trabajó tanto en integración, como en diversos aspectos de desarrollo humano y les pusieron un ejercicio en el que se debían de dar retroalimentación (feedback) unos a otros.

Los dividieron en equipos de seis personas y el ejercicio consistía en decirle a cada miembro del equipo cuatro de sus mejores virtudes y el peor de sus defectos.

Explica que para todos fue una sorpresa y un gran impacto descubrir que en todos los casos, sin excepción, nuestro peor defecto, resultaba ser nuestra mayor virtud, pero utilizada en exceso.

Este resultado, nos muestra un riesgo del que muchos de nosotros no somos conscientes, el riesgo que existe en pasarse de aderezo cuando usamos nuestras principales destrezas. Y es que no importa que tantas habilidades y dones se nos haya otorgado de manera natural o vayamos desarrollando en nuestro caminar por la vida. Si las utilizamos en exceso, se tornan negativos en una vuelta de campana impresionante.

Con esto, hemos de caer en la cuenta, de que lo mismo ocurre en todos los ámbitos de la vida. Ya sea en la atención que prestamos a nuestra gente más querida o incluso a nuestra pareja, si se exagera, algo bueno, se torna negativo. Bien dice el dicho: “Ni todo el Amor, ni todo el dinero".
Ni más ni menos, el sabio término medio, el tan buscado “Equilibrio”, tan difícil de lograr. Para ello se requiere sabiduría y entendimiento de vida.

Albert Ellis decía: “ que ser virtuoso consiste en tener la suficiente serenidad, para aceptar las cosas que yo no puedo cambiar, pero también dame valor, valentía, empuje y entusiasmo para poder cambiar las que puedo cambiar, y tener la sabiduría que hace falta para discernir entre lo que puedo y lo que no puedo cambiar.”

Como última vuelta de tuerca a lo dicho por A. Ellis, tenemos a otro psicólogo cognitivo, Walter Riso, del que ya he publicado algún artículo basado en su teoría, y del que recomiendo la lectura de sus libros,  que, rizando el rizo, nos comenta:
"Lo que define la virtud no es la perfección del rasgo, sino el equilibrio dinámico y sutil entre los extremos del continuo. Eso implica, que el centro no es estático.” 
 En conclusión, la virtud no está en la cualidad o habilidad en sí y ;mucho menos, en el exceso de esa cualidad o habilidad, sino en saber administrar las dosis en su justa medida en cada momento o situación, como ya dijo Paracelso en su momento.



Haz lo que amas, ama lo que hagas.

Toni Aznar
Psicólogo

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