Juraría que éste era el camino |
Siguiendo con el tema de las última semanas, hoy os hablaré
de otro de los sesgos que hace que nuestra mente perpetúe las
ideas, creencias o esquemas que tenemos respecto a las cosas y que en
muchas ocasiones, a pesar de ser conscientes de que erramos y
sufrimos emocionalmente, seguimos repitiendo los mismos
comportamientos.
Si
la semana pasada os decía que “la
atención no es libre, es esclava de nuestras creencias. Vemos lo que
nos conviene, sacrificamos el todo, lo real, por aquellas partes o
trozos de información que concuerdan con nuestra motivación
básica.”, esta semana
le toca a la memoria.
Existen
multitud de experimentos que demuestran la falibilidad
de nuestra capacidad de memoria, tanto en aspectos cuantitativos (qué
cantidad de información recordamos) y cualitativos ( de aquella
información que recuperamos cuál es el grado de fiabilidad, de
exactitud).
Retomando
el ejemplo de la semana pasada, si tengo incorporado el esquema, si
creo que “soy un inútil”, recordaré con muchas más facilidad
aquellas situaciones que confirman mi esquema mental o creencia “soy
un inútil”, que aquellas que la contradicen. Si creo que no
merezco ser amado, recordaré mejor los fracasos afectivos que los
buenos momentos de amor.
Durante
mis sesiones de terapia psicológica me encuentro con ejemplos de
estos sesgos de memoria impresionantes. Personas que no atienden a la
realidad ya que ésta contradice totalmente lo que ellos piensan de
si mismos y que yo, no solo como profesional sino como observador
externo más objetivo, puedo apreciar y distinguir esas pruebas
irrefutables que contradicen lo que creen. Ese es mi trabajo en
definitiva, aportar pruebas, argumentos que demuestran su
equivocación y que la realidad es diferente a como ellos la
perciben, a como ellos creen
que es.
El
efecto de descubrir esta nueva perspectiva de la vida produce
momentos muy emocionantes y realmente alucinantes. De ahí al cambio
de esquemas o creencias hay aún un buen trecho en el que hay que
trabajar mucho, ser constante y perseverante, aprovechar la
oportunidades que te ofrece la vida para poner en práctica la nueva
forma de pensar y conseguir dejar atrás esa amargura por la vida.
Por
lo tanto, el problema no es tanto que nuestra memoria sea falible,
que por cierto es una cualidad, sí, has leído bien, una cualidad muy
humana que en otra ocasión también hablaré de ella, el problema
estriba en que sabiendo que es falible, confiemos ciegamente en ella,
en lo que la memoria nos dice que pasó.
Por
lo tanto, ¿qué podemos hacer, según Riso, para contrarrestar este
sesgo de memoria? Pues pensar que “todo
lo que recuerdes puede estar sesgado por los esquemas o creencias y
por el paso del tiempo. Es mejor, más racional, desconfiar del
recuerdo. No digo que haya que desarrollar una amnesia protectora,
sino que es bueno tomar con pinzas aquellos momentos que confirman tu
malestar, tu alteración y tu dolor. Memoria balanceada, razonada y
razonable. Memoria discriminada en la convicción de que no todo lo
que brilla es oro, ni nada es tan horrible o tan espectacular como el
pasado sugiere.”
Eso es todo y disfrutad de las cosas cotidianas.
Toni Aznar
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