Normalmente los pacientes llegan a la consulta del psicólogo esperando o pidiendo una respuesta, quieren saber qué hacer o cómo comportarse ante un problema o un síntoma particular. También quieren saber lo que es “normal” y lo que no.
Los psicólogos no tenemos la seguridad sobre lo que es correcto para un cliente, ni tampoco podemos establecer con certeza lo que es normal. Lo normal, es algo relativo en muchas ocasiones. Es por ello que yo prefiero hablar de adaptativo, más que de normalidad o anormalidad. Un comportamiento muy agresivo se sale de la “normalidad” pero en un entorno amenazante, puede ser muy adaptativo ya que ayuda a sobrevivir. Un niño hiper-tímido puede parecer un trastorno pero en un hogar donde existe maltrato físico, es adaptativo.
Así que, para empezar, y a pesar de las ilusiones que podamos hacernos, los terapeutas no estamos dotados de poderes sobrenaturales que nos permitan comprender toda experiencia humana o emocional, ni sabemos el camino que cada individuo debe elegir, o hasta dónde pude llevarlos una determinada decisión.
La verdad es que todos somos únicos y diferentes, y el proceso de cambio es demasiado impredecible para cualquiera de nosotros como para llegar a saber cual será la mejor elección en la mayoría de las ocasiones.
Un buen terapeuta sabrá cómo ayudar a su paciente a comprender sus opciones y sus decisiones y anticipar las consecuencias del cambio. La magia de la terapia se produce en el momento en que los clientes siente el poder de saber que existen muchas opciones en sus vidas y que tienen la libertad de seguir su propio camino,coger las riendas de su vida.
Muy poco, o nada en la vida es bueno o malo de manera absoluta. La mayor parte cae en una gran zona gris borroso. Hay millones de objetivos para fijar y otras tantas maneras de llegar allí.
Pero nada en nuestra cultura o en nuestra educación nos ayuda a elegir por nosotros mismos.
Tal vez el más funesto error humano es permitir, por amor o por incultura, que otro marque tus pasos y dirija tu vida. (Unamuno)No hay clases en la escuela primaria que nos ayuden a entender nuestros sentimientos o a construir nuestra autoestima. No hay un curso en la escuela secundaria que nos enseñe la manera de entender la sexualidad o la forma de practicar diferentes estilos de comunicación. Nadie nos habla de dolor o pérdida, o de cómo envejecer con dignidad.
Tal vez lo peor de todo es que se nos enseña a no tomar riesgos. Se nos alienta a vivir con seguridad a fin de no volver a fallar avergonzando a los que nos rodean o a nosotros mismos. Tenemos tanto miedo que evitamos de manera continua el dolor o el fracaso, porque creemos que no podemos soportar una cosa así, pero la realidad es que nosotros,como personas somos capaces de soportar casi cualquier cosa.
Somos una sociedad con tantos “debería” (recetas sobre la forma correcta de hacer las cosas) que juzgamos nuestra vida en función de esta vara de medir. ¿Qué debo hacer? ¿Qué debo decir? ¿Cómo debo comportarme? ¿Qué debo pensar o sentir? Para encontrar las respuestas a estas preguntas, nos dirigimos con determinación a la sección de autoayuda en la librería, recurrimos a las personas que nos conocen un poco mejor, nuestros amigos y familiares. Buscamos por todas partes, absolutamente en todas partes, pero jamás dentro de nosotros mismos.
Somos demasiado complejos y creativos como seres humanos y cuando examinamos nuestra situación sin etiquetas, somos más propensos a pensar de forma creativa y abierta, sin prejuicios, sobre todas las soluciones posibles. El terapeuta estará allí para animar a sus clientes a lo largo del camino y para procesar con ellos la experiencia y el resultado de ese proceso. Esa es la magia de la terapia.
Toni Aznar
Fuente: psicopedia.org
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