martes, 8 de julio de 2014

Procrastinación: Posponer puede ser útil


Existen muchas cualidades de las personas que son consideradas buenas o malas de forma absoluta, algo que es difícil de encontrar en el mundo real. La mayoría de aspectos son habilidades en unos contextos y defectos en otros, pero como el respirar, no podemos dejar de hacerlo, lo que si podemos es hacerlo mejor y aprovechar ese defecto para transformarlo en una cualidad. 



Un ejemplo de lo que digo es el tema de hoy: 
La Procrastinación.






La mayoría de nosotros vemos la procrastinación o dilación de tareas como algo malo, y no es difícil encontrar cientos de artículos y libros que nos dicen cómo curar o superar este defecto. Pero como dice Paul Graham, en sentido estricto, es imposible curar la dilación, forma parte de nosotros, si estás haciendo una cosa, por fuerza, estás dejando de hacer otras, así que es inevitable procrastinar, por lo que la pregunta no es cómo evitar la dilación, sino cómo encontrar la manera de posponer las cosas de un modo útil.

Graham divide la procrastinación en tres variantes, dependiendo de lo que haces en lugar de hacer tu trabajo:

1. No haces nada.
2. Haces algo menos importante.
3. Haces algo más importante.

Es fácil ver cómo el tipo tres(3) de dilación en realidad puede ser muy beneficioso para nosotros. En lugar de hacer recados, escribir correos electrónicos o hacer las tareas domésticas, podríamos centrarnos en nuestro trabajo más importante.

Por otro lado, John Perry, profesor emérito de Stanford, escribió en el Huffington Post que el tipo dos(2) de dilación puede llevarnos a ser más productivos. Muchos indecisos son perfeccionistas que sueñan con hacer un trabajo perfecto de las tareas más importantes. Sacarlos de esta dinámica puede ser beneficioso para ellos. Yo, a los perfeccionistas les recomiendo la lectura de "Sentirse Bien" de David D. Burns, donde aparece un buen compendio de técnicas y métodos para reducir ese perfeccionismo excesivo que, en realidad nos está perjudicando más que beneficiando. El autor nos reta a "atrevernos a quedarnos en un término medio", que coincidiría con el punto 2 de Graham.

Así por ejemplo, dejar hasta el último minuto esa tarea importante es una manera de darse permiso para hacer un trabajo más que adecuado. El 99 por ciento del tiempo hacer un trabajo solamente correcto es todo lo que se necesita.

La buena procrastinación

Si queremos aprovechar nuestra desidia convirtiéndola en un rasgo positivo, hay un par de teorías acerca de cómo podemos hacerlo. La primera es la idea de Paul Graham, del tipo tres de dilación, o “buena” procrastinación.

Esto es cuando aplazamos las tareas sin importancia para poder pasar más tiempo en nuestro trabajo más importante. Si yo hubiera trabajado en este blog en lugar de ir a la oficina de correos, sería un buen ejemplo. Alguien que hace el mejor trabajo que puede va inevitablemente a dejar un montón de recados sin hacer. Parece un error sentirse mal por eso.
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Primavera
Nuestros proyectos importantes por lo general requieren dos cosas que tanto las pequeñas tareas como el trabajo más pesado no hacen: grandes cantidades de tiempo, y estar en el estado de ánimo adecuado. Cuando estamos inspirados para trabajar en algo importante sería un error perder esa inspiración realizando tareas poco importantes.

Canalizar nuestra energía en nuestros grandes proyectos podría significar no mantenernos al día con las tareas del hogar y otras tareas más pequeñas, pero tal vez Graham tiene razón en que esto es una buena cosa. Si trabajas en un ambicioso proyecto con el que realmente disfrutas, haces bien si dejas otras pequeñas cosas, aunque necesarias, por hacer.

La procrastinación estructurada

La otra cara de la moneda de la dilación positiva es la teoría de la procrastinación estructurada, que según John Perry es la mejor manera de canalizar las tendencias naturales de la dilación en forma de productividad. Como él lo explica, la procrastinación estructurada es “una estrategia increíble que he descubierto que convierte a los procrastinadores en seres humanos eficaces, respetados y admirados por todo lo que pueden lograr y el buen uso que hacen de su tiempo”.

La procrastinación estructurada es esencialmente un tipo dos dilación, como se mencionó anteriormente, aunque entra en juego en este caso el arte de engañarnos a nosotros mismos acerca de la importancia de nuestras tareas.

La idea es que, si bien pensamos que estamos trabajando en tareas menos importantes como una forma de evitar los grandes proyectos en los que deberíamos estar trabajando, de hecho, estaríamos engañándonos a nosotros mismos trabajando en nuestros proyectos más importantes.

En la práctica suele utilizarse una lista de nuestras tareas por orden de importancia. Las tareas más urgentes o importantes se sitúan en la parte superior de nuestra lista de tareas pendientes, aunque a continuación debemos detallar tareas que también sean importantes. Los procrastinadores naturales suelen evitar aquellas tareas importantes y difíciles (o inductoras de miedo) de la parte superior de la lista en beneficio de las tareas más fáciles situadas más abajo.

De esta manera el procrastinador tipo dos puede llegar a hacer muchas cosas relevantes, con tal de evitar esos grandes proyectos que cree que debería estar haciendo.

El principio psicológico es el siguiente: cualquier persona puede hacer cualquier cantidad de trabajo, siempre que no sea el trabajo que se supone que debe estar haciendo en ese momento.

Si la utilizamos a nuestro favor esta estrategia puede llegar a ser muy productiva. Mediante la adición de tareas pendientes que parecen urgentes o importantes a nuestra lista, pero que en realidad no lo son, podemos llegar a hacer cosas que realmente hay que hacer, ya que pensamos que estamos postergando tareas más relevantes.

La persona procrastinadora organizada, en el fondo es un perfeccionista.  Las fantasías de perfección impiden iniciar una tarea superimportante, lo quieren hacer tan bien, que al final se acaba realizando de cualquier manera porque ha llegado el último plazo ineludible de entrega. Por el camino se han añadido ingentes cantidades de culpa bien merecida por haber perdido el tiempo y sacado de quicio a los demás.

Conclusión

Busca una gran e importantísima tarea que puedas posponer durante años para dedicarte a otras (también muy importantes).

Haz lo que amas, ama lo que hagas.

Toni Aznar
Psicólogo

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