Hace un par de días, en una sección que llevo en Facebook (#momentoperla) uno de mis seguidores, comentó que “nuestras ideas o pensamientos, valores o actitudes no son propiamente nuestros sino que nos han sido impuestos desde fuera".
Ese apunte es muy positivo por dos motivos. En primer lugar, porque el primer paso para poder cambiar una cosa es darnos cuenta de que existe, que además no es cosa nuestra y, sobre todo, que no nos gusta porque nos hace la vida imposible, nos amarga la existencia y no nos permite disfrutar de algo tan maravilloso como es la vida.
En segundo lugar, si nos lo han inculcado desde fuera, lo hemos aprendido y todo aquello que hemos aprendido es susceptible de ser, eliminado, re-aprendido y re-interpretado. Así que, estamos de enhorabuena: sabemos que existe algo que queremos cambiar y también que trabajando podemos eliminarlo y substituirlo por unas ideas, principios, valores y actitudes mucho más adaptativos y racionales que nos facilitarán poder disfrutar de nuestra vida de forma consciente, con los pro y los contras que nos puedan generar nuestros principios, pero al fin y al cabo, son nuestros.
1. Asumir riesgos
Las personas emocionalmente fuertes tienden a asumir un cantidad considerable de riesgos e intentar hacer lo que quieren hacer, e incluso cuando tienen muchas posibilidades de fracasar tienden a ser aventuradas, pero no son temerarios. Hace poco un buen amigo me decía que había dejado su trabajo como abogado y se estaba dedicando a formarse como Coach y terapeuta. Esa persona es un valiente. Tiene miedo pero piensa que hay algo por lo que vale la pena arriesgar y así lo está haciendo. La falta de miedo solo es propia de los temerarios.
2. Hedonismo en el sentido amplio
Las personas emocionalmente fuertes tienden a buscar tanto los placeres del momento como los del futuro, y no suelen renunciar al beneficio presente por temor al dolor futuro. Son hedonistas, es decir, buscan la felicidad y evitan el dolor, pero como también saben que tendrán que vivir durante bastantes años saben que tienen que pensar tanto en el hoy como en el mañana, y no obsesionarse con la gratificación inmediata.
No tiene nada de malo buscar el placer, aquello que nos gusta y nos apetece. Lo que solemos evitar es la inmediatez o, como mínimo, exigir la inmediatez. Xavier Guix, en uno de sus libros dice:
"la inmediatez provoca la impulsividad, ésta, la impaciencia que con lleva ansiedad que genera dificultad de atención y concentración."
“La immediatesa fa persones immadures, incapaces de postergar la gratificació i situades en l'exigència permanent. Nosaltres som temps, per tant, cóm el vivim, per a què el farem servir. Si tu ets temps, perquè no aprens a viure't?"(La inmediatez crea personas inmaduras, incapaces de postergar las gratificaciones y situadas en la exigencia permanente. Somos tiempo, cómo lo vivimos, para qué lo utilizamos. Si eres tiempo, ¿por qué no aprendes a vivirte?)
3. No utopismo
Las personas racionales aceptan el hecho de que las utopías son, con toda probabilidad, algo que no se puede alcanzar y que por lo tanto nunca van a conseguir todo lo que desean ni van a poder evitar todo el dolor. Rechazan moverse de manera poco realista en búsqueda del placer, felicidad o perfección total, o de la desaparición total de la ansiedad, depresión, autoderrotas y hostilidad.Todos estos aspectos forman parte de la vida. La vida es así, nos guste o no. Pero lo importante no que estos aspectos desagradables de la vida existan o no, lo importante es saber que hacer con ellos. Desde la Resiliencia, Os recomiendo la lectura del libro “La Resiliencia. Crecer desde la adversidad” de A. Forés y J. Grané, donde presenta un concepto que encuentro muy interesante, útil y pragmático: la serendipidad (serendipity), que consiste en el arte, de saber buscar los beneficios escondidos en las dificultades.
"La serendipidad nace de la curiosidad: la verdadera magia del descubrimiento no consiste en buscar paisajes nuevos sino en cambiar la mirada" Marcel Proust
4. Autoresponsabilidad por el propio malestar emocional
Los individuos emocionalmente fuertes tienden a aceptar la responsabilidad de su propia existencia en lugar de descargarse culpando defensivamente a los demás o a las condiciones sociales, por sus pensamientos, sentimientos y conductas autoderrotistas. Era Sartre que decía que el hombre era responsable de todo lo que le sucedía en la vida, de todo, incluso era responsable si le caía una maceta en la cabeza paseando por la calle. Sin llegar a ese extremo, si que es cierto que el hecho de aceptar nuestra responsabilidad en una gran mayoría de las cosas que nos suceden en la vida, por un lado puede resultar doloroso, no hay culpables a quién culpar de mi desgracia, pero por otra parte, nos hace libres. Libres para elegir, libres para atribuirnos el éxito o el fracaso en nuestros actos, libres para poder decir bien alto que mi vida es mía y yo elijo lo que quiero hacer con ella.
Yo, lo prefiero. ¿Y tú?
Haz lo que amas, ama lo que hagas
Toni Aznar
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