Paciencia:
1 Capacidad de sufrir y tolerar las adversidades con valor y sin quejarse.
2 Capacidad de esperar con tranquilidad una cosa que tarda.
3 Capacidad para realizar una actividad o un trabajo difícil, pesado o minucioso con perseverancia.
Que duda cabe, que hoy en día, algo de lo que carecemos es de eso, de paciencia. Esa capacidad para esperar que algo suceda cuando tenga que suceder, sin exigir que ocurra cuando a nosotros nos interesa o nos va bien.
Pero la paciencia es mucho más que la capacidad de esperar, es tener tolerancia a la frustración:
- Entender que nuestras expectativas son una fantasía y de ninguna manera una realidad.
- Una fantasía es un deseo que si lo convertimos en necesidad, solo nos aportará presión.
- Presión que no nos dejará disfrutar del momento, ya que nos centramos en el objetivo y no en el camino a recorrer para obtenerlo.
Para explicar esta actitud, os presento un cuento que relata como la paciencia es una virtud, ya que nos permite lograr nuestros objetivos ya que va acompañada de un deseo moderado, la adquisición de las habilidades necesarias para lograrlo, trabajar bastante y tener un poco de suerte.
No obtendremos nada exigiendo y reclamando. Es más probablemente perdamos oportunidades y nuestra salud emocional.
Imaginemos por unos instantes que somos unos sencillos agricultores japoneses. Una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego. Quien cultiva la tierra no se detiene impaciente frente a la semilla sembrada, y grita con todas sus fuerzas: ¡Crece, maldita seas! Hay algo muy curioso que sucede con el bambú y que lo transforma en no apto para impacientes: Siembras la semilla, la abonas, y te ocupas de regarla constantemente.
Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, a tal punto que un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas estériles.
Sin embargo, durante el séptimo año, en un período de sólo seis semanas la planta de bambú crece ¡más de 30metros! ¿Tardó sólo seis semanas crecer?.No, la verdad es que se tomó siete años y seis semanas en desarrollarse.
Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después de siete años.
Sin embargo, en la vida cotidiana, muchas personas tratan de encontrar soluciones rápidas, triunfos apresurados, sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que éste requiere tiempo.
Quizás por la misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiran a resultados en corto plazo, abandonan súbitamente justo cuando ya estaban a punto de conquistar la meta. Es cierto, muchas veces nos desesperamos y abandonamos sin querer creernos que lo bueno está por llegar. Es tarea difícil convencer al impaciente que sólo llegan al éxito aquellos que luchan en forma perseverante y saben esperar el momento adecuado.
De igual manera es necesario entender que en muchas ocasiones estaremos frente a situaciones en las que creemos que nada está sucediendo. Y esto puede ser extremadamente frustrante.
En esos momentos (que todos tenemos), recordar el ciclo de maduración del bambú japonés, y aceptar que en tanto no bajemos los brazos -, ni abandonemos por no “ver” el resultado que esperamos-, si está sucediendo algo dentro nuestro: estamos creciendo, madurando.
Quienes no se dan por vencidos, van gradual e imperceptiblemente creando los hábitos y el temple que les permitirá sostener el éxito cuando éste al fin se materialice.
El triunfo no es más que un proceso que lleva tiempo y dedicación. Un proceso que exige aprender nuevos hábitos y nos obliga a descartar otros. Un proceso que exige cambios, acción y formidables dotes de paciencia.
Tiempo… Cómo nos cuestan las esperas, qué poco ejercitamos la paciencia en este mundo agitado en el que vivimos…
Aprendamos a ser pacientes como quien siembra bambú japonés.
Cuento Sufí
Haz lo que amas, ama lo que hagas
Toni Aznar
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